El poeta Virgilio, el sabio griego del vino y el placer que también pronunciara la frase: "De esta vida hay que irse como el convidado a un buen banquete; harto", nos da la clave del gozo ante los parabienes de la mesa y el vino como protagonista.

 

"Que nunca tu copa esté vacía", seguía diciendo con su copa rebosante, imagino, bien dispuesta para la ingesta amable de sus jugos.

 

Pocas cosas saben tan buenas como un vino, y pocas tan malas como un vino de mala nacencia y peor cuna. La vid, la tina y la barrica nos conceden lo mejor y lo peor de este néctar glicérido que se vierte en la mesa y es alegría,  en la boca golosina y en la garganta paz. Por eso, no es de extrañar que los viejos riojanos sientan menoscabo de vinos mal nacidos susurrando... "Lo malo del vino es el vino malo".

 

Hasta el mismísimo Murphy se pronuncia en este sentido en una de sus leyes, que reza así:

 

"Si en una barrica de vino bueno echamos una copa de agua sucia obtendremos agua sucia. Si, por el contrario, en una barrica de agua sucia echamos una copa de vino bueno, conseguiremos agua sucia".

 

"Dame pan y dime tonto", bien pudiera ser un aserto de aquellos que acallan sus críticas frente a políticos indeseables a los que dar su voto. Nosotros preferimos el "dame vino y dime listo", porque el vino bien tomado aumenta las miras y enjuga el pensamiento, aportando a quien lo queda valentía ante la vida y el amor.

 

El amor se inicia frente a la copa que predispone, y culmina en un tálamo ardiente. Vino y besos, las copas del gozo deben estar llenas para cuando los cuerpos se embadurnen de caricias y vida.

 

Terminamos como comenzamos esta loa al vino generoso... In vino véritas; en el vino está la verdad.

 

Luis Folgado

 

Vinos de España

Psicología Madrid

La depresión es una de esas enfermedades o padecimientos con más tópicos en su vademécum. La alta incidencia de este mal en nuestra sociedad y la mala comunicación por nuestra parte, la de los profesionales dedicados a abordar la tristeza patológica, han llevado al término hasta un desgaste estrepitoso.  

 

Cuanto más se divulga la palabra depresión más se vulgariza y, por consiguiente, más se desvirtúa. Ya le ocurrió al término inicial "mal de melancolía" con el que en una antigüedad, no del todo lejana, se designaban estos avatares del alma cuando siquiera se conocían las células nerviosas. Una de las acepciones más cercanas a este término en la actualidad es la de "tristeza como consecuencia de visionar imágenes evocadoras" o la no menos empleada de "tristeza por ausencia o lejanía del ser querido". De este modo, decir "tarde melancólica" no equivale ya a decir "tarde depresiva", si bien debiera significar lo mismo.

 

De hecho, la primera depresión le fue diagnosticada al mismísimo rey de Crotona, Alcmeón (S. IV A.C.), que acudía a la cítara de su bufón en busca de la paz más melódica. Entonces se le diagnosticó "mal de melancolía" por la muerte de su mujer, de la que nunca llegó a reponerse.

 

Toda esta desvirtuación se ha ensañado también con los síntomas de la depresión. ¡Con qué facilidad pronunciamos la palabra maldita!.. "Me encuentro deprimido", "estuve toda la tarde deprimido en el sofá", "los domingos me deprimen", y tantas y tantas otra expresiones que no debieran haber incluido el término en su construcción. En su lugar, hubiera bastado con decir: "Me encuentro triste", "estuve toda la tarde triste en el sofá" o "los domingos me entristecen".

 

Cuando tenemos que abordar una depresión cuyo propietario la lleva soporta como puede desde hace años, el término emerge con toda su rotundidad, tremendo, sin piedad... Parafraseando al poeta: "Sin dejar bueno hueso alguno". ¡Eso sí que es una depresión como Dios manda, no una tarde en el sofá adormilados!

 

Porque este neologismo (el término es de origen inglés) cuya curiosa acepción fundamental es la de "apretar" (deprimir) ha sido divulgado antes incluso de que su significado real fuera de uso común. Debemos entender por depresión, en su sentido estricto:

 

"Trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por tristeza continuada, ahedonia (cesación en la búsqueda del placer), irritabilidad ocasional, pensamientos sobre la muerte, decaimiento, baja autoestima y otros síntomas que la diferencian de la tristeza". (Fuente: Diccionario de Psicología de Psicólogos Especialistas Madrid).

 

En cuanto a los tipos de depresión, en la actualidad conviven términos que debieran encontrarse desuso (paradójicamente muy usados) como "depresión neurótica", "depresión endógena", "depresión in causa" o "depresión bipolar" frente a térmicos más precisos como "depresión mayor", "distimia", "depresión menor" o "trastorno bipolar".

 

Lo comentábamos al principio y lo repetimos al final... ¿La culpa? Nuestra, la de los profesionales que, lejos de difundir o divulgar, creamos confusión entre los propios "usuarios" de la depresión vulgarizando lo que tocamos. Curioso uso de la raíz "vulgo" (pueblo), cuya resultante puede ser muy distinta: Divulgar vs. Vulgarizar. 

 

Original de Luis Folgado de Torres. Consultas de Psicología Madrid

La depresión es una de esas enfermedades o padecimientos con más tópicos en su vademécum. La alta incidencia de este mal en nuestra sociedad y la mala comunicación por nuestra parte, la de los profesionales dedicados a abordar la tristeza patológica, han llevado al término hasta un desgaste estrepitoso.  

 

Cuanto más se divulga la palabra depresión más se vulgariza y, por consiguiente, más se desvirtúa. Ya le ocurrió al término inicial "mal de melancolía" con el que en una antigüedad, no del todo lejana, se designaban estos avatares del alma cuando siquiera se conocían las células nerviosas. Una de las acepciones más cercanas a este término en la actualidad es la de "tristeza como consecuencia de visionar imágenes evocadoras" o la no menos empleada de "tristeza por ausencia o lejanía del ser querido". De este modo, decir "tarde melancólica" no equivale ya a decir "tarde depresiva", si bien debiera significar lo mismo.

 

De hecho, la primera depresión le fue diagnosticada al mismísimo rey de Crotona, Alcmeón (S. IV A.C.), que acudía a la cítara de su bufón en busca de la paz más melódica. Entonces se le diagnosticó "mal de melancolía" por la muerte de su mujer, de la que nunca llegó a reponerse.

 

Toda esta desvirtuación se ha ensañado también con los síntomas de la depresión. ¡Con qué facilidad pronunciamos la palabra maldita!.. "Me encuentro deprimido", "estuve toda la tarde deprimido en el sofá", "los domingos me deprimen", y tantas y tantas otra expresiones que no debieran haber incluido el término en su construcción. En su lugar, hubiera bastado con decir: "Me encuentro triste", "estuve toda la tarde triste en el sofá" o "los domingos me entristecen".

 

Cuando tenemos que abordar una depresión cuyo propietario la lleva soporta como puede desde hace años, el término emerge con toda su rotundidad, tremendo, sin piedad... Parafraseando al poeta: "Sin dejar bueno hueso alguno". ¡Eso sí que es una depresión como Dios manda, no una tarde en el sofá adormilados!

 

Porque este neologismo (el término es de origen inglés) cuya curiosa acepción fundamental es la de "apretar" (deprimir) ha sido divulgado antes incluso de que su significado real fuera de uso común. Debemos entender por depresión, en su sentido estricto:

 

"Trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por tristeza continuada, ahedonia (cesación en la búsqueda del placer), irritabilidad ocasional, pensamientos sobre la muerte, decaimiento, baja autoestima y otros síntomas que la diferencian de la tristeza". (Fuente: Diccionario de Psicología de Psicólogos Especialistas Madrid).

 

En cuanto a los tipos de depresión, en la actualidad conviven términos que debieran encontrarse desuso (paradójicamente muy usados) como "depresión neurótica", "depresión endógena", "depresión in causa" o "depresión bipolar" frente a térmicos más precisos como "depresión mayor", "distimia", "depresión menor" o "trastorno bipolar".

 

Lo comentábamos al principio y lo repetimos al final... ¿La culpa? Nuestra, la de los profesionales que, lejos de difundir o divulgar, creamos confusión entre los propios "usuarios" de la depresión vulgarizando lo que tocamos. Curioso uso de la raíz "vulgo" (pueblo), cuya resultante puede ser muy distinta: Divulgar vs. Vulgarizar. 

 

Original de Luis Folgado de Torres. Consultas de Psicología Madrid

 

 

La mujer ha sido ancestralmente la que ha sufrido una mayor incidencia de la depresión en su vida. Aunque no se pueda establecer una incidencia exacta (existen muchos estudios serios y a la vez contradictorios en este sentido), ni determinar el grado de prevalencia con exactitud.

 

Muchos son los factores que pudieran estar apuntando hacia una mayor presencia de la depresión en la mujer, pero parece que el más importante resulta de la negativa de muchos hombres con depresión  a acudir a la consulta del psiquiatra o el psicólogo, lo que decantaría la balanza a favor de la mujer como portadora masiva del mal depresivo.

En efecto son muchos los hombres que se niegan a acudir a un profesional de la salud en busca de tratamiento anti-depresivo. También son muchos los que subliman (demostrando gran torpeza) su tristeza y su ansiedad mediante la ingesta continuada de alcohol. Todo ello determina a la postre comportamientos violentos y/o inadaptativos.

 

Por todo ello conviene ser cautos a la hora de determinar las cifras de incidencia y apuntar más bien hacia el aserto "son más las mujeres que acuden a consulta cuando se sienten deprimidas que los hombres en este mismo estado". Porque todavía resulta "de poca hombría" para algunos tener que acudir a una consulta cuando al hombre históricamente se le ha exigido una fortaleza injustificada cuando se trata de cuestionadas con los sentimientos y las sensaciones.

 

Pero lo que más debe preocuparnos es la medida en que la depresión de la mujer se seculariza y se convierte en grave. Más que nada para evitarlo en lo posible. Desde el punto de vista social, las mujeres tiende a estados depresivos mayores cuando su mal psicológico se complica con aspectos socioeconómicos tan transcendentes como los recursos de que dispone, la presencia de hijos tras la separación y la separación en sí misma, siendo las mujeres separadas con pocos recursos y pocos apoyos sociales las que se encuentran más expuestas a los avatares depresivos que pueden complicarles todavía más la existencia. 

 

Como quiera que este artículo del blog no es más que una aproximación al problema, le invitamos, amable lector/a a seguir profundizando en este aspecto a través del siguiente enlace: Depresión en la mujer.

 

Original de Luis Folgado

 

Psicólogos Madrid

 

Depresión en el hombre

Tipos de depresión

Prevenir la depresión

Diagnóstico de la depresión

 

De pequeño siempre quise vivir en una ciudad. En una ciudad con metro. En una ciudad con metro de Madrid.

 

            Y no es sencillo, ni mucho menos, acabar viviendo en esta ciudad. Cientos de millones de almas en pena viven en este mundo y los de Madrid no llegamos ni a los cinco millones (contando a los que vivimos en Aluche, que también hemos acabado en Madrid aunque casi estemos en Alcorcón).

 

            De pequeño siempre me gustó montarme en la línea 5 (Aluche) para ir a casa de mi amigo Julián, que se tuvo que venir a Madrid porque su padre se quedó metido en el paro de Extremadura y no quería destripar terrones resecos. Eran, casi todos, trenes de color rojo oscuro (me acuerdo perfectamente) que siempre iban con las ventanas abiertas. Eran tan feos que me los quedaba mirando muy serio desde el andén y los dejaba pasar, uno tras otro, hasta que pasaba uno que era azul; me gustaban mucho más lo azules.

 

            Ahora, cuando por fin he conseguido vivir en Madrid sin tener que ir a Carabanchel a casa de Julián, ni tener que visitar a mis aburridas titas de General Pardiñas, meto una moneda en la ranura de una de las máquinas de la entrada y ando derecho hacia las escaleras mecánicas en busca del andén subterráneo de mis infancias.

 

Siempre es lo mismo. El metro es un puro deja vu desde que entras hasta que sales. Más bien es una cosa rara entre un deja vou y la "teoría del eterno retorno" de Nietzsche.

 

Para empezar no tienes por qué saber si es de día o de noche porque siempre está iluminado por dentro y negro por fuera de los vagones. Los cables adosados a la pared del túnel son de colores y parece que se mueven de arriba abajo al avanzar el convoy por dentro de las tripas de Madrid. Siempre hay una mujer sentada con las piernas cruzadas en el andén de enfrente. Un hombre medio bien vestido se duerme al salir de Oporto, entra en fase REM en Marqués de Vadillo, en fase NO REM en Pirámides y despierta al llegar a Puerta de Toledo, justo cuando todos pensábamos que acabaría el trayecto en la Alameda de Osuna zarandeado por un guardia de seguridad.

 

Una pareja de adolescentes se recata al final del vagón para morrear (imagino por decoro o algo parecido). Un tipo con un diente de oro toca triste un maltrecho acordeón con un relieve de Lennin y unas teclas amarillas como sus dientes. Una peruana muy mulata deja ver su melena teñida de rubio desplegándola ante todos los que vamos dentro del gusano. El pelo rubio en una mulata no pega, pero en el metro sí que pega; por eso casi nadie la mira. La señora que lee un libro siempre va en el metro. A lo mejor no es capaz de chupar una página en el Retiro o en un banco de la Casa de Campo, pero en el metro siempre está leyendo, atravesando su mirada unas gafitas atadas a una guita fina que le rodea el cuello.

 

En el metro siempre ves mochilas. Siempre las mismas mochilas de las mismas estúpidas marcas de deporte que portan barrigudos curritos cuya gimnasia no es otra que la de cambiar filtros de aceite, cambiar fuminallas de cisternas ajenas o vete tú a saber.

 

A veces un empleado de banco displicente se cuela en La Latina y nos asombra a todos con su corbata a juego y su cara de "se me ha roto el Volvo y no me ha quedado más remedio que meterme en vuestro agujero". ¡Qué tonto, con lo bien que se está en el metro!... Otras veces un pobre con un vaso de plástico arremete contra nuestro sosiego y nos cuenta que ha estado en la cárcel y no se cuántos sitios más. Yo nunca les doy nada, que salen del talego con su paro y todo.

 

En el metro se liga mucho. Con la mirada pero se liga mucho. Todo el mundo pega el repaso al vagón buscando una cara atractiva o al menos interesante que llevarse para casa al final del día. Algunos somos algo disimulados y nos limitamos a un reconocimiento superficial de ojos y facciones, pero otros (y otras) son más descarados y relamen de un vistazo las caras más bonitas, que lo he visto yo.

 

Cristóbal Colón llegó a América en la Nao Santa María y ahora los pobladores de aquellos paraísos selváticos se han metido en el metro y no hay quien los saque de aquí. Hay mucha más gente de Sudamérica en el metro que en Sudamérica (estadísticamente, claro). Comparando, en Madrid casi no hay sudamericanos, están todos en la línea 5 (Aluche) y se bajan entre Vista Alegre y Empalme casi siempre. Sus gorras, sus ropas de colores chillones (siempre de una o dos tallas menos), sus niños repeinados y sus caras serias de indios que lo perdieron todo menos el orgullo le han cogido el gusto al suburbano y ya forman parte de andenes y coches. A veces me da por pensar que, sin ellos, en el metro iríamos sólo el maquinista y yo.

 

Soy uno de los muchos desafortunados que tienen que ir a trabajar en coche soportando, con más estoicismo que el propio Zenón de Citión, los atascos de la carretera de Extremadura y a los tertulianos de Onda Cero. Por eso, cuando hace tiempo que los ciclos circardianos de mi cerebro no me regalan un deja vou, cojo la línea 5 camino de Callao y me voy por esos mundos...

 

Original de Luis Folgado

 

Psicólogos Madrid

Diccionario de Psicología

    Psicólogos Especialistas Madrid cuenta con un plantel de psicólogos con más de 15 años de experiencia en el área clínica. Ahora se agrupan para formar el primer grupo de consultas dedicadas exclusivamente al abordaje riguroso del duelo y la depresión .

   A través de su web de Consultas de Psicología en Madrid puede informarse acerca de todas las circunstancias que rodean a estos males de nuestro siglo que afectan, en mayor medida, a la mujer.

   Temas como el alcohol y la depresión, la depresión y la anorexia y muchos más se pueden encontrar en esta web bien surtida de contenidos, entre los que se incluye un completo diccionario de psicología.

 

Psicólogos Especialistas Madrid

Rigor en el tratamiento de la depresión y el duelo